La relación entre el dolor
crónico y la nutrición es tan compleja como interesante. Y como pasa en las
relaciones más sólidas, ésta versa en los dos sentidos, generándose una reciprocidad
que retroalimenta a uno y a otro, ya sea en positivo como en negativo. El dolor
crónico puede afectar a la alimentación y al estado nutricional de la persona
que lo padece y viceversa la dieta puede afectar al nivel de dolor crónico y su
evolución.
El dolor crónico
El dolor crónico, aquel que persiste más de 3 meses desde la causa que lo
originó, tiene a día de hoy una repercusión enorme en la salud de muchas
personas en el mundo debido a patologías de diversa índole, con elevada y
creciente prevalencia de las enfermedades de tipo musculoesquelético. Ya no es
considerado un síntoma, sino una enfermedad
en sí mismo, por su independencia con la causa y por la repercusión que
tiene en la salud, en el estado nutricional y en la capacidad de mantener un
peso corporal adecuado. La presencia de un elevado estrés oxidativo y también
de un estado de inflamación sistémica crónica son claves en su evolución y
favorecen las alteraciones metabólicas y endocrinas que también agravan la
situación de salud del paciente y empeoran el dolor. Además, la obesidad, tiene
también mucha importancia en los enfermos con dolor crónico. En éstos, la prevalencia
respecto a la población general es superior y la disminución de peso corporal siempre
ha demostrado ser una ayuda pues disminuye el dolor y mejora el resto de
sintomatología.
Influencia de la dieta en el dolor crónico
La dieta sin duda afecta a nuestro estado nutricional y a nuestra
composición corporal, tanto cuando estamos sanos como cuando sufrimos alguna
patología. Los alimentos que tomamos deben aportarnos las calorías justas y
necesarias y los elementos indispensables para un buen funcionamiento de
nuestro organismo como por ejemplo las vitaminas, los minerales, las proteínas,
los hidratos de carbono, algunas grasas, la fibra y otros. Además, también es
importante evitar que la dieta nos aporte
sustancias que pueden dañar nuestra salud como el exceso de azúcares, de
grasas, de grasas saturadas, contaminantes, etc.
Teniendo en cuenta que el estrés
oxidativo y la inflamación crónica son elementos clave y perjudican el
desarrollo y la evolución del dolor crónico, es imprescindible que la
alimentación aporte sustancias
antioxidantes y antiinflamatorias como por ejemplo estos:
Antioxidantes
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Vitamina A,
C, E
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Frutas,
verduras, semillas, frutos secos, aceite oliva virgen extra
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Selenio,
zinc, cobre
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Polifenoles
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Otros
(glutatión, lipoico, etc)
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En
todos los alimentos
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Antiinflamatorios
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Omega-3 (ácido a-linolénico)
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Nueces,
otros frutos secos y semillas
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Omega-3 (EPA y DHA)
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Pescado
azul
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Oleocantol
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Aceite
oliva virgen extra
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Pero también será importantísimo eliminar elementos pro-inflamatorios en la
dieta que favorezcan el dolor, como por ejemplo el exceso de azúcares, el
exceso de grasas o el exceso de grasas omega-6 (presentes en muchos alimentos
procesados).
En general, el perfecto equilibrio lo encontraremos si tomamos una alimentación
de estilo Dieta Mediterránea con predominio de los alimentos de origen vegetal
versus los de origen animal, si procuramos evitar los alimentos procesados y
nos pasamos a los frescos y de temporada.
En los pacientes con dolor crónico son frecuentes dos problemas de salud
muy relacionados con la dieta y que, de no tratarse, empeoran la sintomatología
y la evolución de la enfermedad. Se trata de la obesidad y de las alteraciones
gastrointestinales, debidas a veces, pero no siempre, a intolerancias
alimentarias diagnosticadas. Así, perder peso y evitar los alimentos que
provocan intolerancias, ya sean permanentes o pasajeras, ayuda a disminuir el
dolor.
Influencia del dolor crónico en la alimentación
Pero también el dolor crónico tiene consecuencias sobre nuestro organismo
que afectan negativamente a la alimentación de los pacientes. Por un lado, hay
una dificultad en conciliar y mantener un sueño
reparador debido al dolor y eso perjudica el metabolismo, altera las señales de
saciedad e induce un aumento de la ingesta energética durante el día para así
compensar la fatiga de no haber descansado. Además, los pacientes pueden buscar
en la toma de cafeína una solución al cansancio, pero esto es una solución muy
a corto plazo, pues lo único que se consigue es perpetuar la incapacidad para
descansar durante la noche y además puede aumentar las hormonas del estrés como
el cortisol favoreciendo así el aumento de peso.
También está descrito que los
pacientes con dolor crónico pueden sufrir un aumento de la ingesta calórica e
incluso incapacidad de controlar lo que se come debido al efecto hedónico y
analgésico del comer. El dolor crónico afecta a la conducta alimentaria, seguramente por varios mecanismos regulados
por el sistema nervioso, o debidos a las alteraciones en el sistema nervioso
que se producen. Los pacientes buscan inconscientemente el placer en la comida
y además nuestro sistema nervioso refuerza ese vínculo positivo pues además
mientras comemos no sentimos dolor. Sean cuales sean los mecanismos, la persona
que sufre dolor crónico no puede hacer la mayor parte de las cosas que hacía
habitualmente, ni siquiera aquéllas que le producían sensaciones placenteras
como el ejercicio físico, las relaciones sexuales, las relaciones sociales,
etc. Por eso, el hecho de comer es uno de los “placeres” de la vida que el
paciente sí puede disfrutar y por tanto se acentúa al prescindir de los muchos
otros. Los trastornos de la conducta alimentaria en el contexto de enfermedades
que cursan con dolor crónico no se han estudiado en gran detalle, pero sí se
han descrito en contextos como la fibromialgia, la artrosis de rodilla y otros.
El asesoramiento nutricional en pacientes con dolor crónico debe ayudar principalmente
a:
ü Disminuir el estrés oxidativo y la inflamación
ü Bajar de peso cuando haya sobrepeso u obesidad
ü Mejorar la composición corporal, disminuyendo
la masa grasa
ü Reducir el síndrome metabólico (niveles altos
de colesterol y/o triglicéridos, hipertensión arterial, resistencia a la
insulina, diabetes tipo 2)
ü Mejorar el contenido calórico y nutricional de
la dieta
ü Tratar las alergias y/o intolerancias
alimentarias y las alteraciones gastrointestinales
ü Entender la importancia del sueño para el
control de la ingesta y el metabolismo
ü Controlar la ingesta del exceso de calorías
permitiendo al paciente seguir disfrutando del hecho de comer
Y por supuesto, el abordaje
nutricional debe ser completamente individualizado y tener en cuenta todos los
factores que en cada paciente pueden tener relación con su dieta.
Dra. Laura I. Arranz