martes, 12 de septiembre de 2017

¿Por qué la nutrición es importante en los pacientes con dolor crónico?

La relación entre el dolor crónico y la nutrición es tan compleja como interesante. Y como pasa en las relaciones más sólidas, ésta versa en los dos sentidos, generándose una reciprocidad que retroalimenta a uno y a otro, ya sea en positivo como en negativo. El dolor crónico puede afectar a la alimentación y al estado nutricional de la persona que lo padece y viceversa la dieta puede afectar al nivel de dolor crónico y su evolución.


El dolor crónico

El dolor crónico, aquel que persiste más de 3 meses desde la causa que lo originó, tiene a día de hoy una repercusión enorme en la salud de muchas personas en el mundo debido a patologías de diversa índole, con elevada y creciente prevalencia de las enfermedades de tipo musculoesquelético. Ya no es considerado un síntoma, sino una enfermedad en sí mismo, por su independencia con la causa y por la repercusión que tiene en la salud, en el estado nutricional y en la capacidad de mantener un peso corporal adecuado. La presencia de un elevado estrés oxidativo y también de un estado de inflamación sistémica crónica son claves en su evolución y favorecen las alteraciones metabólicas y endocrinas que también agravan la situación de salud del paciente y empeoran el dolor. Además, la obesidad, tiene también mucha importancia en los enfermos con dolor crónico. En éstos, la prevalencia respecto a la población general es superior y la disminución de peso corporal siempre ha demostrado ser una ayuda pues disminuye el dolor y mejora el resto de sintomatología.

Influencia de la dieta en el dolor crónico

La dieta sin duda afecta a nuestro estado nutricional y a nuestra composición corporal, tanto cuando estamos sanos como cuando sufrimos alguna patología. Los alimentos que tomamos deben aportarnos las calorías justas y necesarias y los elementos indispensables para un buen funcionamiento de nuestro organismo como por ejemplo las vitaminas, los minerales, las proteínas, los hidratos de carbono, algunas grasas, la fibra y otros. Además, también es importante evitar que la dieta nos aporte  sustancias que pueden dañar nuestra salud como el exceso de azúcares, de grasas, de grasas saturadas, contaminantes, etc.
Teniendo en cuenta que el estrés oxidativo y la inflamación crónica son elementos clave y perjudican el desarrollo y la evolución del dolor crónico, es imprescindible que la alimentación aporte sustancias antioxidantes y antiinflamatorias como por ejemplo estos:

Antioxidantes
Vitamina A, C, E
Frutas, verduras, semillas, frutos secos, aceite oliva virgen extra
Selenio, zinc, cobre
Polifenoles
Otros (glutatión, lipoico, etc)
En todos los alimentos
Antiinflamatorios
Omega-3 (ácido a-linolénico)
Nueces, otros frutos secos y semillas
Omega-3 (EPA y DHA)
Pescado azul
Oleocantol
Aceite oliva virgen extra

Pero también será importantísimo eliminar elementos pro-inflamatorios en la dieta que favorezcan el dolor, como por ejemplo el exceso de azúcares, el exceso de grasas o el exceso de grasas omega-6 (presentes en muchos alimentos procesados).
En general, el perfecto equilibrio lo encontraremos si tomamos una alimentación de estilo Dieta Mediterránea con predominio de los alimentos de origen vegetal versus los de origen animal, si procuramos evitar los alimentos procesados y nos pasamos a los frescos y de temporada.
En los pacientes con dolor crónico son frecuentes dos problemas de salud muy relacionados con la dieta y que, de no tratarse, empeoran la sintomatología y la evolución de la enfermedad. Se trata de la obesidad y de las alteraciones gastrointestinales, debidas a veces, pero no siempre, a intolerancias alimentarias diagnosticadas. Así, perder peso y evitar los alimentos que provocan intolerancias, ya sean permanentes o pasajeras, ayuda a disminuir el dolor.

Influencia del dolor crónico en la alimentación

Pero también el dolor crónico tiene consecuencias sobre nuestro organismo que afectan negativamente a la alimentación de los pacientes. Por un lado, hay una dificultad en conciliar y mantener un sueño reparador debido al dolor y eso perjudica el metabolismo, altera las señales de saciedad e induce un aumento de la ingesta energética durante el día para así compensar la fatiga de no haber descansado. Además, los pacientes pueden buscar en la toma de cafeína una solución al cansancio, pero esto es una solución muy a corto plazo, pues lo único que se consigue es perpetuar la incapacidad para descansar durante la noche y además puede aumentar las hormonas del estrés como el cortisol favoreciendo así el aumento de peso.

También está descrito que los pacientes con dolor crónico pueden sufrir un aumento de la ingesta calórica e incluso incapacidad de controlar lo que se come debido al efecto hedónico y analgésico del comer. El dolor crónico afecta a la conducta alimentaria, seguramente por varios mecanismos regulados por el sistema nervioso, o debidos a las alteraciones en el sistema nervioso que se producen. Los pacientes buscan inconscientemente el placer en la comida y además nuestro sistema nervioso refuerza ese vínculo positivo pues además mientras comemos no sentimos dolor. Sean cuales sean los mecanismos, la persona que sufre dolor crónico no puede hacer la mayor parte de las cosas que hacía habitualmente, ni siquiera aquéllas que le producían sensaciones placenteras como el ejercicio físico, las relaciones sexuales, las relaciones sociales, etc. Por eso, el hecho de comer es uno de los “placeres” de la vida que el paciente sí puede disfrutar y por tanto se acentúa al prescindir de los muchos otros. Los trastornos de la conducta alimentaria en el contexto de enfermedades que cursan con dolor crónico no se han estudiado en gran detalle, pero sí se han descrito en contextos como la fibromialgia, la artrosis de rodilla y otros.

El asesoramiento nutricional en pacientes con dolor crónico debe ayudar principalmente a:

ü  Disminuir el estrés oxidativo y la inflamación
ü  Bajar de peso cuando haya sobrepeso u obesidad
ü  Mejorar la composición corporal, disminuyendo la masa grasa
ü  Reducir el síndrome metabólico (niveles altos de colesterol y/o triglicéridos, hipertensión arterial, resistencia a la insulina, diabetes tipo 2)
ü  Mejorar el contenido calórico y nutricional de la dieta
ü  Tratar las alergias y/o intolerancias alimentarias y las alteraciones gastrointestinales
ü  Entender la importancia del sueño para el control de la ingesta y el metabolismo
ü  Controlar la ingesta del exceso de calorías permitiendo al paciente seguir disfrutando del hecho de comer


Y por supuesto, el abordaje nutricional debe ser completamente individualizado y tener en cuenta todos los factores que en cada paciente pueden tener relación con su dieta. 

Dra. Laura I. Arranz

No hay comentarios:

Publicar un comentario